miércoles, 9 de diciembre de 2020

¿Te acuerdas de Mágico González?



- Hay clases y clases de futbolistas, y a Mágico González no le hizo falta ser brasileño, alemán, argentino o inglés para triunfar como futbolista. Se le quiso allá donde fue y sacó grandes amigos de este deporte. Incluso se ganó el cariño de todo aquel que ama el fútbol sin que haga falta que represente a su equipo, y yo me incluyo entre esa clase de aficionado.

Representó lealmente al Cádiz C.F., un equipo donde siempre será considerado una leyenda tras más de doscientos partidos como jugador amarillo. También jugó para el Real Valladolid, aunque durante su etapa en Zorrilla no tuvo tanto éxito.
Fue todo un líder para la selección salvadoreña, con la que compitió en el Mundial de España 82, ese torneo internacional que le abriría las puertas del éxito cuando era un perfecto desconocido. Aquel sería el trampolín ideal.

Mágico González, leyenda cadista.
- Octavo hijo de un matrimonio humilde, Jorge Alberto González Barillas nació en San Salvador el 13 de marzo de 1958. Tenía una pinta parecida a la del cantautor Joaquín Sabina, escuálido, como de la calle. Tipo humilde donde los haya, hizo buenas migas con otros cracks destacados de su época como el colombiano Carlos Valderrama o la eternamente estrella del fútbol argentino, Diego Armando Maradona. El respeto entre estos grandes magos del balón siempre estuvo por delante.
Y hablando de magos,... Ahora sabremos por qué a Jorge se le bautizó como tal. Debe su nombre artístico al periodista deportivo Rosalío Hernández, pues de su boca saldría la palabra "Mago" cuando le vio sobresalir de forma fulgurante ante el Club Deportivo Águila, Mágico jugaba por entonces en el ANTEL (Administración Nacional de Telecomunicaciones), equipo de su ciudad.
 
Se podría decir que así nace la inolvidable leyenda del mejor futbolista salvadoreño de la historia, ese habilidoso delantero que pronto daría sus pasos por la Liga Española poniendo patas arriba estadios como el Santiago Bernabéu, Camp Nou o San Mamés.

Mágico González era puro espectáculo y simpleza al mismo tiempo. No necesitaba adornarse con filigranas para irse con facilidad de sus rivales, galopando con su melena ondulada al viento siempre en busca del gol.
El salvadoreño era un jugador claramente de ataque, un tipo con mucho gol que podía actuar como mediapunta o por las bandas. Era como una serpiente que sinuosamente se colaba en el área rival para soltar veneno en forma de gol.

Tras dar los primeros pasos con el equipo de San Salvador, Jorge jugaría para Independiente Fútbol Club de San Vicente, de donde se marcharía al Club Deportivo FAS de Santa Ana antes de acudir al Mundial de España.

En la Copa del Mundo tuvo la oportunidad de gustarse a sí mismo y gustar a los demás. Se enfrentó a su querido y admirado amigo Maradona y tendría que medirse ante Bélgica y Hungría. Pese a que El Salvador no tuvo opciones, Mágico hizo un buen trabajo.
Y esa labor sería la que le otorgaría un billete para volver a España, que un poco más tarde le permitiría jugar contra los más grandes. Fichó por otro grande, que era su amado Cádiz, al que se incorporó en el verano de 1982, tras el Mundial.

Debutaría para Dragoljub Milosevic en Segunda División, en un partido ante el Real Murcia en el que se estrenaría como goleador en un partido con empate a uno. Con estos inicios, González se ganaría al Ramón de Carranza.

Con sus 14 tantos ayudaría a que el equipo gaditano ascendiese a Primera, demostrando que nada le venía grande repitiendo el mismo número de goles en una Liga en la que destacaban otros delanteros como Steve ArchibaldJorge Valdano o Hugo Sánchez. El mexicano sería el "Pichichi" del campeonato.
El Cádiz descendería y Mágico González buscaría mejorar su carrera con el F.C. Barcelona, realizando una gira estadounidense que no acabaría bien para sus intereses. La razón de su descarte sería nada menos que por sus constantes juergas.

Mágico González durante un partido ante Hungría en el Mundial de España.


- Mágico entendía el fútbol como una diversión, al igual que fuera del campo también trataba de divertirse. Por ello se marchó tan rápido de Valladolid, por el estrecho marcaje que le hizo el club en cuento a sus salidas nocturnas. Ningún defensa le había marcado tan de cerca como lo hicieron en Pisuerga.
Entonces optó por regresar a su querida ciudad gaditana, donde pasó otros cinco años compitiendo de más a menos hasta desvincularse del club. Ya muy veterano, González jugaría por última vez en Santa Ana.

Llegó a marcar 21 tantos en los 62 partidos que jugó para la selección de El Salvador, a la que representó en su segunda participación mundialista, la de España 82. Allí es donde emergió su brillante figura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario